jueves, marzo 22, 2007

Paisaje anímico

Casi con espanto
dirije la noche
sus oscuras manos
hacia el infinito.


Vigilan los astros
desde los alcores
el celeste encanto.

Y un silencio dulce,
dulcemente vago,
pronuncian muy quedos
invisibles labios.

Hay sólo un instante
de sabor poemático.

El éter se abre
semejando labios
de forma incorrecta.
Parece un presagio.

¿Qué pasa?--preguntan.
Respondo:
Que amo, que amo...

En un punto fijo
del cielo estrellado,
un cometa mira
lo que ocurre abajo

Me ve poderoso,
rico, acaudalado,
con brillantes rubios,
en mi concentrado,
lautamente vivo
y necesitado.

¿Qué siento?

Pronuncian
silenciosos pasos
seres invisibles,
tenues y fantásticos.

Vibra el infinito.
Se ondula el espacio.
Las pupilas sacan
de su fondo un llanto
silencioso y lento,
brillante, ignorado.

¿qué pasa? --preguntan.
Respondo:
Que amo, que amo...
Silenciosamente........
como algo fantástico.
El cuerpo dormido;
el pecho sonámbulo;
el alma sumida
siempre en su letargo.

[Y sigue la rueda
celeste entretanto.
La noche, en silencio,
se sube en el carro.
Le sigue un cortejo
de luceros blancos
sobre sus brillantes
y azules caballos,
musitando himnos,
susurrando cantos,
vagas sonatinas
de sabores vagos...]

Yo soy un eterno
viandante noctámbulo
un ingenuo artista
de los mundos raros,
hijo del silencio,
nieto del espacio,
dueño de soles,
de la noche esclavo....