miércoles, noviembre 21, 2007

Salutación Pesimista

A José Avilés Campoy

I

Hermano,
me muero de asco y de repugnancia
respirando un aire fétido y malsano;
pero al lado opuesto de nuestra distancia
te tiendo amistoso mi desnuda mano,
trémula, imprecisa,
nervuda, azogada...

... Y creo que al momento por ti es aceptada
tras de una sonrisa.

Esperaba el día
en que la Armonía
cabalgara sobre los potros del Arte
para saludarte
con los viejos ritos de mi idiosincrasia;
pero creo que toda mi lira está floja
y tan sólo siento, como Pío Baroja,
ganas de invocar a la dulce ataraxia.

Yo soy enemigo de los protocolos,
de las antesalas y de la etiqueta.
Yo soy de esos hombres que caminan solos,
con un poco
de loco
y otro poco de poeta.

Y por eso mismo me verás lacónico y triste...

Pero no te importe. Solitario y mudo,
sobre mis alcores, la péñola en ristre
y el pecho desnudo,
te envío un saludo.

Mi saludo tiene sabores extraños
de capillas rancias y monasteriales,
donde alumbran cuatro lánguidos ciriales
las vidas que pasan al pasar los años,
al trotar los lustros, galopar los siglos,
camino de nuevos mundillos astrales
poblados de espíritus de vagos vestigios.

... De rancias capillas
donde las alcuzas
sirven en las copas de las lamparillas
aceite a las cuatro nocturnas lechuzas.
Donde las polillas
roen las vestiduras trágicas de un santo,
mientras que, sin ritmo, inician su canto
las lenguas absurdas de ecos sepulcrales
de los cenobitas de pardos sayales...

II

Sobre los alcores de mi Paganía
mirando a mi trágico azul infinito
veo desvanecerse toda la poesía
que ayer fornicaba con la musa mía...

Por eso te grito
versos de impotencia
sin apenas ritmo ni apenas cadencia,
faltos del arpegio de mi fantasía...

Pero no me importa. Yo soy hombre rudo
y hasta osado en parte
para saludarte
como te saludo,
vomitando versos tísicos, sin arte.

III

No estoy aprimiendo las vidas jugosas
de mi firmamento sublime y divino,
como hiciera ayer;
porque ya no tengo hembras licenciosas
con las que embriagarme del sabroso vino
que escancian los astros al anochecer.

En el cielo inmenso de la Fantasía
mis soberbias hembras han dejado puestas
las mesas opíparas de las grandes fiestas
donde mis azules vides exprimía...

Han salido huyendo como dislocadas.
Cabalgando sobre centauros salvajes
andan profanando mis bellos parajes.
mis virgenes valles, mis leves cañadas,
con sus resoplidos y con sus herrajes.

Huyeron las hembras... por el firmamento
siento a los centauros de cascos de plata
salvar los espacios raudos como el viento,
relinchar las notas de nuestra sonata
al compás sonoro
del cálido coro
de las amazonas de la voz de oro
que antaño inspiraban a mi pensamiento.

Quizá cuando vuelvan sean otras distintas.
Los viejos centauros las habrán tumbado sobre blandos lechos,
habrán fornicado con ellas, y vendrán encintadas
rezumando leche dulce por sus pechos...

IV

Si Newton vivera
le pondría en aprieto el problema mío.
Mi cerebro ingrávido y mi carne huera
me impulsan del centro terráqueo al vacío...

Hermano Campoy.
yo creo que mis hembras no van a volver.
El atleta fuerte que admiraste ayer
tísico y sin vida te saluda hoy.

Tísico y sin vida, monje anacoreta,
tímido habitante del desierto agreste,
sacerdote extraño de un mundo celeste
bajo cuyo embrujo se sintió poeta.

Y hasta lentamente de mis universos,
y sobre el inmundo polvo de la tierra
quedan sepultados mis mejores versos...