jueves, junio 12, 2008

Mujer

Estaba mi cielo derramando estrellas,
y bajo el tinglado de mi fantasía
veía a mi pecho cuajarse de pena.


Estaba mi alma mimosa
bajo los efectos de la somnolencia
de la noche bruja...


Había dos quimeras
en el plano informe de la fantasía;
pero bajo el antro de mi pirotecnia
me sonaba a hueco
la palabra ausencia.


¿sin ti qué es la noche?
¿en que sitio pacen todas mis estrellas
los besos de amores
que nos arrancaron en la noche aquélla...?
...¿en la suave noche de mis fantasías?
¿Recuerdas?

Estaba mi cielo preñado de luces
y entre cada luz se abrigaba una estrella.

Había una armonía dulcemente dulce
que adensaba el aire de la perisferia,
como si las flautas y los violoncelos
de mi suave orquesta
melancolizan la terrible danza
de la somnolencia.

Había en el cielo un sabor
a labios que besan,
pero bajo el antro de mi fantasía

veía a mi alma llena de tristeza
arañando versos
que olían a ausencia.

¿Sin ti que es la noche?
¿en qué sitio pacen todas mis estrellas
los besos de amores
que nos arrancaron en la aquélla...?
...¿en la suave noche de mis fantesías?
¿Recuerdas?

miércoles, junio 11, 2008

A Maria Luisa ( No quiero implorar)

Yo no quiero implorar,
con la mano extendida. una limosna.
Se morirían de pena, tristemente,
los pájaros que anidan en mi pecho
calentados por la broza del latido.


No es orgullo, no
que no quiera implorar
con la mano extendida una limosna.
Es mantener enhiesta la ilusión
de que es real la irrealidad constante de mi vida.


Si pidiera
con la mano extendida una limosna,
tu corazón no podría dar más de lo que tiene,
y lo que tiene es tan poco , que no basta para ti.
Entonces los caminos
que ven todos los días de mi un poco,
angostarían sus linderos demacrados por el césped
cerrándose la ruta del eterno más allá;
y los pájaros que anidan en mi pecho
piarían canciones de tristeza y no de amor,
ateridos por la falta de un latido.

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Yo no quiero implorar.
Sería perder la juventud del alma,
y mi alma, aunque dolida, ha de ser joven
hasta entrar valientemente en la extinción.


Y mi alma, aunque dolida, ha de ser joven,
para amar a los crepúsculos eternos
y adorar la vida inmensa de los pájaros
que anidaron en mi pecho y en los bosques
amparados en la eterna juventud.


Yo no quiero implorar,
porque sé que el alma joven es fecunda y generosa
y amamanta al hijo nuevo con la leche de sus pechos.


Yo no quiero implorar
con la mano extendida una limosna.
Sería una acción innoble,
y el alma todavía
podrá sentir el roce más noble el dolor....

...Aún siento el aleteo
de los pájaros que anidan en mi pecho
calentados por la broza del latido.

Concepcion

No concibo al amor en la estructura
ingrávida y absurda del vacío.
Yo concibo al amor, como es el mío,
pasional y trémulo en el alma oscura.


Nervioso y denso, pasional, violento,
como una puñalada en el pecho de la aurora
de una virgen primavera...


Yo concibo al amo como lo siento ahora,
nervioso y denso, pasional, violento,
como una puñalada en el pecho de la aurora.

Yo concibo el amor como lo siento.

Segunda Elegia

A mi perro.

José Avilés Campoy, he vuelto a leer tu carta.
Ramiro D´Javer, te brindo mis versos.



I

La carcoma del alma devoraba a la idea.
Yo entonces, hermano, no pensaba en ti.
Hubiera querido que la panacea
de la inteligencia dormitara en mí.


Hubiera querido que al verte
se desintegrara toda la materia, y que la energía
del átomo indómito cantara a la Muerte
mi más espantosa y terrible elegía.


Sentir... no pensar. Ahí va el delito
del hombre en la vida. Sentir ... no pensar.
Ahogar en la noche la fuerza de un grito
antes de que pueda el cerebro gritar.


¿Puede analizarse tu efímera vida?
¿Puede analizarse cuanto en ella encierra?
Sentir, no pensar, que sobre la tierra
tú fuiste mi única persona querida.


¿Puede analizarse con la inteligencia
toda la amrgura del dolor tan mío?
¿Puede mi cerebro cantar a tu ausencia
teniendo el espíritu aterido de frío?


II


Hermano,
no hay poder humano
que me vuelva al mundo de mis Armonías.
Jamás podré verte,
pero si mi pluma cantara poesías
con tonos ajenos a tu alma y a tu muerte,
que todos los males
sobrenaturales
se sacien en mí, hasta que sucumba
de arrepentimiento, cantando en tu tumba
el canto elegíaco de tus funerales.


Yo no lo concibo, pero así te amo.
En tu alma estaban todos mis amores.
Aún pretendo verte en los vagos vapores
de mis fantasias, y cuando te llamo
gritando alaridos de amor y de angustia,
se esfuma tu sombra por el infinito,
mientras que en mis labios se mustia
la azul esperanza que aflora mi grito.


Tristeza de amor...Tristeza; no yo.
Siendo tu recuerdo mi alimento amargo
bajo tu recuedo hallo, sin embargo,
todo lo que el alma mía poseyó.



Odiar a los hombes: mi mayor locura.
Renegar de toda crápula especie.
Porque hasta la sima de mi sepultura
llevaré el desprecio del que te desprecie.


III


Vivir...¿para qué? ¿Para maldecir
la imbecilidad de toda mi laya?
O soy absurdo, o no sé vivir
la vida asquerosa de tanta canalla.


Morir...¿para qué? La muerte tampoco
llevará en sus brazos mi sueño profundo.
Libará en mi cráneo su vino algún loco
maldiciendo luego con gesto iracundo.


Vivir o morir. Del Leteo al Ida.
¡¡Conceptos absurdos!! ¿No hay un intermedio?
¿O es que he de tener la Muerte o la Vida
muriendo y viviendo de asco y de tedio?


Sentir ... no pensar.Hasta que la obra
de la creación ante Dios sucumba.
Yo mientras creeré que mi espíritu sobra
del mundo, llorándote al pie de la tumba.


Y al pie de la tumba, junto al marmol frío,
llorando con versos lágrimas de artista,
dejaré la tierra y huiré al vacío
donde por lo menos el Hombre no exista.


Dejando solo... Poro tú no temas
que el asco te deje sin mi compañia.
Sembraré tu suelo con diez mil poemas
donde este grabada toda el alma mía.