sábado, agosto 21, 2010

Romance a una noche triste

En gris.


Sudaba lágrimas grises
la noche de mis luceros.

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Con el alma enloquecida
mordía horizontes negros,
violaba el espacio ignoto
desntrañando misterios.

Aullaban mis lobos grises
sus cantares lastimeros....

Aullaban, porque veían
que por el éter mi pecho
iba salvando distancias
grises de grises conceptos.

En la distancia infinita
rasgué los velos del cielo
y tras de mí las estrellas
le iban poniendo remiendos.

Mis lobos, enloquecidos,
aullaban a los luceros,
y las estrellas huían
alentadas por el miedo
por los caminos ocultos
de mis horizontes negros.
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Mi alma es gris. Gris es la noche
y grises mis pensamientos.

Por una vereda gris
iba pisando con tiento
la tierra gris que mis pies
hollaban grises y negros.

Cantó misterioso el búho
en gris dos notas de miedo
cuando mi pecho prísaceo
de dolor gris se iba abriendo.

Y por el camino oculto
mi alma la fui rompiendo,
y ni una estrella de aquellas
que ayer conmigo vivieron

a mi alma triste y rota
quiso poner un remiendo.

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Que suda lágrimas grises
la noche de mis luceros
mientras el alma del alma
devora horizontes negros....

Sonata Eterna

a Maria Luisa

I


Silenciosamente
dibujaba el alma la canción eterna....

Había mil espacios
entre cada cuerda.
Había mil espacios
y diez mil ideas...

Pero entre los pecnos
de mi noche célica.
concretaba el éter
cuatro mil conceptos de luces y estrellas.


II

Estaba mi alma embebida
bajo los efectos de la catalepsia...
... y ante los embrujos
de la noche inmensa,
obcecadamente
me sentí poeta.

Quise hacer un libro nebulosamente....
Pero en cada letra
de cada palabra,
y en cada poema,
silenciosamente
dibujaba el alma la sonata eterna.


III

Quise hacer un libro
bajo los efectos de la pirotecnia
que sangraba el éter,
y estaba en el éter toda tu belleza.

Quise hacer un libro
entre los espacios de diez mil estrellas,
para que en las noches
de las convergencias
del amor eterno,
sus páginas blancas,
mirando los cielos,
leyeras....

Pero me temblaban
todas las ideas
en el mismo borde
de cada poema.


IV

Nebulosamente llenaba
toda el alma llena
de efectos lumínicos,
musicalizando cuatro fluorescencias...
.... cuatro fluorescencias que representaban
deshumanamente toda mi tragedia.

Había cuatro espacios sublimes
y entre cada espacio gritaba una estrella.

Habúa cuatro espacios....
La noche esperaba que todo durmiera...

Y bajo el efecto
de la somnolencia,
cuatro danzarinas
vestidas de púrpura y seda
bailaban las danzas rituales
de tus primaveras.
Cuatro danzarinas
de rubias guedejas,
que en armonías
de mi ansia poética
izaban al aire
toda la maraña de sus cabelleras.


Habá cuatro espacios....
Y las danzarinas, histéricas,
danzaban...danzaban
en la apoteosis de su esquizafrenia.

El fondo armonioso
de paradojaba con tanta frecuencia,
que apenas si pudo
toda mi locura, en su fiebre poética,
reliar el alma con las vestiduras
de tus primaveras.
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La danza seguía obligando
a las bailarinas romper sus caderas.

Había cuatro símbolos
de expresión concreta.

Y cuando los cuatro
revolucionaron cuatro mil ideas,
silenciosamente la noche
se quedaba muerta.

Pero en el silencio
que el amor silencia,
yo trenzaba versos
entre los espacios de diez mil estrellas;
y hasta que mi alma
quedó indefinida bajo tu belleza,
no cuajé en un verso
la sonata eterna.