sábado, abril 30, 2011

Temblor

Habían pasado ya 3 años desde que habían llegado a aquella isla. En ella habían encontrado la paz y la tranquilidad. Buena pesca y refugio ante las galernas. Aquel era el refugio perfecto.

Sin embargo, tantos años allí ... habían hecho pensar a más de uno que aquel lugar les pertenecía.

El capitán, no pensaba lo mismo. Sabia que la nadie puede poseer y dominar a la tierra.

Pocos miraban a lo alto de la montaña de fuego que había en el centro de la isla, salvo el. Era su lugar favorito de la isla. En sus cuevas, podía sentir el calor que había perdido hacia tantos, y tantos años.

Pasaron semanas y ambos sabían que quedaba poco para el final del camino. El seguiría su camino de estrellas y ella ... ella debía volver. Llegaba la época de la cosecha y debía regresar a recoger lo que sembró y abandonó hacía ya varios meses.

Ambos lo sabían, pero ninguno quería tomar la decisión, ninguno quería pensar en que recodo se separarían y qué noche sería la última en que dormirían uno junto al otro viendo las estrellas.

Paseaban por el camino, cuando encontraron a una mujer vendiendo jugosas fresas. Fresas silvestres, fresas de verdad. Ella llevaba años buscando aquellas auntenticas fresitas, no podría desaprovechar aquella oportunidad y la vieja, no sin algo de trabajo por parte del peregrino y la campesina, les dijo donde podrían encontrarlas.

Estaban en lo alto de un cortado, a dos jornadas de camino de allí. El sabia que no podría trepar hasta allí, ella era joven y ágil y treparía sin problema. Llegar al alto por el camino que solía ir la vieja les llevaría al menos 5 jornadas, ella podía hacerlo solo en dos. De esta manera, decidieron que ella iría a por las fresas y él la esperaría en aquel lugar.

El camino era algo angosto, nada similar a los campos de su hogar, donde la esperaban tantas cosas que había dejado allí. A la noche llegó a la base del cortado, descansó y soñó.
Soño, que estaba de nuevo en casa y toda la cosecha esta lista para recoger. Todas las frutas listas para ser degustadas, todo lo que hacía unos meses era un erial muerto, ahora era un vergel. Pero, cuando despertó se dio cuenta de que esta muy lejos de allí. Antes del amanecer, comenzó al escalada, no le costó mucho trepar por aquellas piedras afiladas, aunque resvaladizas, llenas de musgo y líquenes.

Al llegar a lo alto, en una sombra bajo los arboles, encontró las fresas. Cogió una mata y probó una de esas deliciosas fresas. En ese momento salía el sol, sin embargo, ella no pudo ver más que un rayo filtrado a traves de las hojas del bosque.

En aquel momento, supo que no podría abandonar al peregrino, ya que le tenia embrujado y el no la dejaría ir. Allí, mientras el Sol salía, ella rompió el hechizo. Solo allí, lejos de aquellos ojos verdes, podría hacerlo. Los hechizos, se sienten a distancia, y el , sabía que se había roto. Sin embargo, el no estaba con ella por el hechizo, el veneno que le infectó hacía años ya había perdido su efecto. El, ahora, le había entregado medio corazón, el hechizo estaba allí, pero el amor es la magia más poderosa, más que cualquier hechizo.

A la vuelta, ella se sentía culpable, al mirar a los ojos de él. Ella no sabía como, pero sabía que el notaba lo que ella había hecho. Pero ... ahora todo eran dudas. Esos ojos verdes ...., intensos, ese corazón, ... ese calor... no los encontraría en ningún lugar.¡¡Qué había hecho!!!
Pero ella debía volver y el no podía acompañarla.

El peregrino la miraba, veía como ella se ahogaba en sus dudas. El no era su dueño, solo su esclavo, hasta hacia muy poco que ella había roto el hechizo. El lo había notado, como un puñal en el corazón, aquello le dolió, pero no le dolía ni la mitad que ver como se apagaba.

El sabiendo lo que sabía y que cuando ella se fuera, el quedaría partido en dos, sabía que no podía, ni quería retenerla, así que decidió liberarla. El había sido el esclavo, pero tan esclavo del es esclavo es el mamo, como el amo del esclavo. El también la había embrujado a ella, con amor y cariño, pero sabía que debian separarse.

Estaban sentados en un tronco del camino y el la miro a los ojos, después al camino que ella sabía que quería tomar, después , el camino de las estrellas. El miró su bordón y y después su camino. Se intentó levantar para dejar que ambos siguieran su camino, pero ella no le dejó. Ella temblaba y le agarraba como si una parte de si misma se separa se de ella. Se abrazaron, hasta que llegó la noche. No podían despegarse el uno del otro. Hasta que finalmente, el cansancio les cerró los ojos.

A la mañana, todo había cambiado, ella sabía que debía dejarle ir, ella debía volver atrás a por aquello que había olvidado. Él, volvería con ella, pero sería abandonaro todo y ella no se lo iba a permitir. Se abrazaron, se besaron y el repasó una vez más cada cabello, cada irregularidad de su cuerpo, la besó y le dijo "hasta luego". Como esperando, que aunque sus caminos se separaban, quizás para siempre, algún día esos caminos se volvieran a encontrar. Sabía que en realidad, al menos el, siempre llevaría una parte de ella con él. Ella no podía ser feliz siguiendo un camino que no era el suyo.

El volcán había explotado, todo iba a cambiar. Las sirenas le habían llevado a aquella isla hacia mucho tiempo, pero sabía que la búsqueda no había concluido. Debían zarpar inmediatamente, antes de que una ola gigante se tragara la isla o el fuego del volcán arrasara la vida. Quizás podrían quedarse en la isla, en la península sur, pero la isla estaría muerta, no podrían sobrevivir.

Cogieron los botes a toda prisa, el capitán había ordenado zarpar de inmediato.

El capitán, no podía dejar la isla, la sentía ya, como si fuera parte de si. Todo temblaba y ardía a su alrededor. Como buen capitán esta dispuesto a humdirse con la isla, sin embargo, la isla tenia otros planes. Una bomba le golpeó la cabeza y le dejó inconsciente. La tripulación le metió en un bote y remaron hasta el barco.

Cuando despertó, ya estaban lejos. El no quería dejar la isla, no podía. Pero la isla no quería que muriese allí. Era ya de noche y se veían a los lejos los fuegos del volcán. No podrían volver en varios meses a aquella isla y aunque volvieran, estaría desierta. Quizás, más adelante podrían volver, pero ya no sería la misma isla. quien sabe si otros piratas se habrían hecho fuertes en ella.

Pero, no era momento de seguir pensando en lo que habían perdido. No se veía la estrella y no tenían víveres para un largo viaje. Debian buscar otras islas donde repostar y continuar la aventura.

martes, abril 19, 2011

Viajes en el tiempo

Hoy he ido a ver una pelicula de viajes en el tiempo, en estas películas hay una constante.
Como el protagonista sabe que es lo que va ha pasar, es terriblemente consciente del valor que tiene cada segundo.

La verdad es que sea por lo que sea, intuición, premonición o profecias autocumplidas, he tenido la desgracia y fortuna de poder saborear el dulce nectar de esos segundo interminables. Escasos, valiosos, dulces y amargos al mismo tiempo.

La última vez que vi con vida a mi padre, o el último cabello en mi mano ... las últimas lagrimas en un parque o la última vez que viste una sirena salir del mar.

Son esos momentos, quedan grabados, en la mente, en el corazón.

Y son como esas peliculas, en las que siempre puedes volver a vivir ese instante una y otra vez.

En la vida, a diferencia de estas peliculas, no puedes cambiar lo que pasará despues cuando vuelves a vivirlas. Pero tallan tu corazón y tu espiritu. Y te dan la capacidad de volver a ver y vivir intensamente cada segundo.

Aquel y los futuros.

domingo, abril 10, 2011

Lo contrario del Vertigo

Poema lleno de un vacio implorante,
que me olvidé de rimar.



Yo amaba la distancia
y el límite inaccesible,
antes de ser gaviota
perdida en el océano.

Yo amaba el contacto
de la aurora en mi alma,
antes de que la noche
pronunciara un suspiro.

Ahora he visto a la nave
bipartiendo a la aurora.

Sobre el piélago duerme
la gaviota, olvidada.

Yo amaba el Amor
viertiginosamente,
como si fuera una línea
pendiente del espacio.

...Indefinidamente
yo amaba las nebulosas
confusas de mi alma,
como un misterio más.

Yo creo que ya no tengo
derecho a ser poeta,
y ante un cristal de aumento
destruyen mis distancias,
separan mis estrellas,
definen mi pasión.

Yo creo que ya no tengo
derecho a ser poeta,
ni llenar el vacío
de mi vida con versos.

El Tiempo y el Espacio
me hicieron ser gaviota...

Del piélago surgieron
neptunos argonautas,
hicieron con las pautas
parrillas musicales
y al fuego de mi alma
quemaron mi pasión.