Quisiera escribirte un poema
con notas y acordes de un viejo violín,
que dijera triste, muy triste, la estrofa
de un alma truncada en la vida sin ti.
Quisiera escribirte un poema
devanando risas, y que al sonreír
con amargo rictus, la madeja loca
quebrara su hilo sin llegar al fin.
La vida es tediosa, muy triste,
cuando en mi consciencia miro para mí.
He dicho mil veces en mi cegamiento
que puede que un día llegue a ser feliz:
es la pirotecnia de mis utopías
que alelan a veces mi alma infantil.
Yo siento mi vida romperse
bajo todo el peso que en verso escribí,
y triste, muy triste, que el cielo
nuble a mis estrellas sin tenerte a ti.
Siento cómo lloran las musas divinas
tras de los rosales mustios del jardín
en la noche amarga, sin lunas ni estrellas,
en los brazos laxos de mi noche gris.
Parece que lloran mi postrer poema
al compás absurdo del viejo violín
viendo un alma truncada en la vida sin ti.
Todos los fanales apagan sus luces,
el casco preludia rítmico crujir,
y las velas hacen el blanco sudario
que cubra en los mares a mi bergantín.
Y, como apagadas, se oyen las voces
del vigia subido en el alto mastil,
declamando, ahogado, los últimos versos
de un alma truncada en la vida sin ti.
con notas y acordes de un viejo violín,
que dijera triste, muy triste, la estrofa
de un alma truncada en la vida sin ti.
Quisiera escribirte un poema
devanando risas, y que al sonreír
con amargo rictus, la madeja loca
quebrara su hilo sin llegar al fin.
La vida es tediosa, muy triste,
cuando en mi consciencia miro para mí.
He dicho mil veces en mi cegamiento
que puede que un día llegue a ser feliz:
es la pirotecnia de mis utopías
que alelan a veces mi alma infantil.
Yo siento mi vida romperse
bajo todo el peso que en verso escribí,
y triste, muy triste, que el cielo
nuble a mis estrellas sin tenerte a ti.
Siento cómo lloran las musas divinas
tras de los rosales mustios del jardín
en la noche amarga, sin lunas ni estrellas,
en los brazos laxos de mi noche gris.
Parece que lloran mi postrer poema
al compás absurdo del viejo violín
viendo un alma truncada en la vida sin ti.
Todos los fanales apagan sus luces,
el casco preludia rítmico crujir,
y las velas hacen el blanco sudario
que cubra en los mares a mi bergantín.
Y, como apagadas, se oyen las voces
del vigia subido en el alto mastil,
declamando, ahogado, los últimos versos
de un alma truncada en la vida sin ti.
2 comentarios:
Tristemente hermoso.
Si, la verdad es que aunque sigo el orden cronológico del libro de poemas de mi abuelo. Sin embargo, muchas veces parece que estuvieran escritos para expresar el sentimiento que tengo yo en ese momento.
Serendipia me imagino ;).
Publicar un comentario