sábado, diciembre 23, 2006

Sonata debil

Yo quisiera pintar un paisaje
con sonoros pinceles y divina pintura.
Un paisaje rifeño y salvaje
entrañado en el seno de la vasta llanura.


Un paisaje en un lienzo dorado
con matices del alma, de pasión y armonía.
Un paisaje espontáneo, pintado
en la clave sencilla de una extraña poesía.
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El desierto es profundo.
Sobre la prada arena,
la figura serena
de un viejo errabundo
contempla distancias de amor y de vida.
Parece que tiene la melancolía
del día que muere para que otro día
el espacio cuente y la tierra mida.


Inclina de pronto su enjuta cabeza.
Parece que al suelo mira con tristeza
y el suelo refleja su fisonomía.


La distancia gris ¿dónde se termina?
La vida allí empieza; mas ... ¿dónde?

Parece que el mismo silencio responde
palabras confusas casi de rutina.


La irada oblicua de todos los viejos
suele ser torrente de filosofías.
Sus ojos parece que tienen estrías;
parece que vienen rodando de lejos, muy lejos,
mirando el paisaje de todos los días.


La vida es tedise, mortal, aburrida,
y el mundo, monótono y lento.
Yo me moriría de pena enseguida
si Dios no me hubiera dado el pensamiento.


Y el anciano triste, y el anciano humano,
deja que su frente se apoye en su mano.


A su lado tiene una mole inmensa.
El casco granítico y bruto del monte...
Mira a la atalaya...Vive, porque piensa...
Transcurre a su frente el lejano horizonte,
lento, inanimado. Y en la arquitectura
simple de la vida, fallece la extensa,
monótona y triste llanura.


El sol se desgrana.
Labóveda azul se derrumba,
sirviendo la arena tostada africana
como negra tumba
del día que empieza con cada mañana.


Y ante la verdad tangible, mayúscula, inmensa,
el alma fecunda del desierto agreste
mira la armonía del mundo celeste,
y el anciano, triste y monótono, piensa...


¿Dónde está el amor? ¿Y dónde el concierto
en que se producen las ansias más bellas?
Ahora parece mi alma un desierto
sembrado de estrellas.


Ah , la juventud... no es cuando se hace
la vida inconsciente.


Es cuando en el alma el amor se siente
que nace.
Cuando el pensamiento mata a la distancia,
y la inteligencia
extrae del espíritu la lírica esencia,
la dulce sustancia,
la suave fragancia
de nuestra existencia.


Y el viejo rdo cayó en la arena
como rendido.
Llegó al cenit la luna llena,
miró al anciano, lo vió dormido...

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