viernes, junio 19, 2009

Ensayo Sobre una sonata Eterna a Maria Luisa

I

Quien haya dicho que la vida es triste
ha mentido, como yo cuando lo dije.

Bajo la inconsciencia de mi alma existe
un letárgico aroma de mujer querida,
una explosión vital y paradójica
que gravita al centro de la supervida
con fuerza anticentrífuga y antilógica.

Pandemonium cerebral, sentimiento abstracto,
donde el ánimo vibrátil del poeta
rompe auroras, punza labios en el punto exacto
en que el beso de la supervida se concreta.

II

Yo era un hombre rudo
hijo de la noche y el desierto agreste.
que elevaba el brazo trémulo y nervudo
ante el espectáculo del mundo celeste.

Yo era el hombre lobo, brutal y salvaje
que doraba al sol mis torcidos músculos,
melancolizaba la fisiología del amplio paisaje
llenando mi alma de eternos crepúsculos.

Yo era de la tierra que me vio nacer,
donde la distancia nunca se termina,
limpio como el astro que nos ilumina,
sin manchas de vino, de amor ni de mujer.

Pero ahora siento
el empuje oscuro, lírico y violento
de la supervida de mujer y amor.
en donde el lirismo
de mi salvajismo
rompa con la espada del alma en la mano
el nudo gordiano
que obstaculizaba el momento mejor.

III

El Arte no existe... Si existiera el Arte,
yo sería un Artista que cantara ahora
con versos de dioses la parte
más interesante de mi alma sonora.

Yo sería un Artista si el arte existiara,
y al pasar el arco triunfal de un violín
cogería la cuerda que diera
la nota primera
y, besando a la amada, con ella me ahorcaría por fin.

Si el arte existiera, un artista seria;
un Artista loco, rancio y perfumado,
porque ¿quién no identifica el Amor, la Poesia,
el Arte y la Vida
cuando, contemplando a la mujer querida,
se abre el pentagrama de un mundo ignorado?

Si el arte existiera...
Cuando el arte exista,

yo seré el artista
lírico y absurdo que cante mejor
todo el embeleso
que cabe en un beso
de Mujer y Amor...

1 comentario:

pmisson dijo...

Hace tiempo que ya no escribo, ni siquiera copio los poemas de mi abuelo. Quizás por la falta de tiempo que da el alcanzar los sueños profesionales. Tambien quizas por el desanimo de ver como se apaga la vida de ese gran arbol querido que duerme en la planta de abajo. Carcomido por las termitas sin que haya más soluciones que aumputar ramas hasta que solo quede el alma dolorida de ese gran arbol que se enfrentó a las más violentas tempestades.

No puedo escribir más sin que un nudo se haga en mi garganta. Pero para los que leeis esto, seguiré escribiendo, quien sabe cuando será el proximo cuento, el proximo poema, la siguiente etapa en el camino del peregrino. Pero esta historia no ha acabado.