Dejamos de ser niños cuando abandonamos nuestros sueños por la resignación. Cuando nos conformamos con la realidad en vez de disfrutar la fantasia.
Así muere la inocencia, por dejar de soñar, por dejar de crecer.
Por creer que el mundo en así y las lágrimas y los aplausos no salvarán al hada.
Y es así, pero que importa, ese hada solo vive en nuestro corazón y solo morirá cuando dejemos de ser inocentes, cuando dejemos de soñar. Cuando dejemos de mirar a las estrellas fugaces con ojos bidriosos llenos de emoción deseando... aquello que nos hace soñar despiertos en esta realidad.
martes, febrero 27, 2007
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