A mi perro.
José Avilés Campoy, he vuelto a leer tu carta.
Ramiro D´Javer, te brindo mis versos.
I
III
La carcoma del alma devoraba a la idea.
Yo entonces, hermano, no pensaba en ti.
Hubiera querido que la panacea
de la inteligencia dormitara en mí.
Hubiera querido que al verte
se desintegrara toda la materia, y que la energía
del átomo indómito cantara a la Muerte
mi más espantosa y terrible elegía.
Sentir... no pensar. Ahí va el delito
del hombre en la vida. Sentir ... no pensar.
Ahogar en la noche la fuerza de un grito
antes de que pueda el cerebro gritar.
¿Puede analizarse tu efímera vida?
Yo entonces, hermano, no pensaba en ti.
Hubiera querido que la panacea
de la inteligencia dormitara en mí.
Hubiera querido que al verte
se desintegrara toda la materia, y que la energía
del átomo indómito cantara a la Muerte
mi más espantosa y terrible elegía.
Sentir... no pensar. Ahí va el delito
del hombre en la vida. Sentir ... no pensar.
Ahogar en la noche la fuerza de un grito
antes de que pueda el cerebro gritar.
¿Puede analizarse tu efímera vida?
¿Puede analizarse cuanto en ella encierra?
Sentir, no pensar, que sobre la tierra
tú fuiste mi única persona querida.
¿Puede analizarse con la inteligencia
toda la amrgura del dolor tan mío?
¿Puede mi cerebro cantar a tu ausencia
teniendo el espíritu aterido de frío?
II
Hermano,
no hay poder humano
que me vuelva al mundo de mis Armonías.
Jamás podré verte,
pero si mi pluma cantara poesías
con tonos ajenos a tu alma y a tu muerte,
que todos los males
sobrenaturales
se sacien en mí, hasta que sucumba
de arrepentimiento, cantando en tu tumba
el canto elegíaco de tus funerales.
Yo no lo concibo, pero así te amo.
En tu alma estaban todos mis amores.
Aún pretendo verte en los vagos vapores
de mis fantasias, y cuando te llamo
gritando alaridos de amor y de angustia,
se esfuma tu sombra por el infinito,
mientras que en mis labios se mustia
la azul esperanza que aflora mi grito.
Tristeza de amor...Tristeza; no yo.
Siendo tu recuerdo mi alimento amargo
bajo tu recuedo hallo, sin embargo,
todo lo que el alma mía poseyó.
Odiar a los hombes: mi mayor locura.
Renegar de toda crápula especie.
bajo tu recuedo hallo, sin embargo,
todo lo que el alma mía poseyó.
Odiar a los hombes: mi mayor locura.
Renegar de toda crápula especie.
Porque hasta la sima de mi sepultura
llevaré el desprecio del que te desprecie.
III
Vivir...¿para qué? ¿Para maldecir
la imbecilidad de toda mi laya?
O soy absurdo, o no sé vivir
la vida asquerosa de tanta canalla.
Morir...¿para qué? La muerte tampoco
llevará en sus brazos mi sueño profundo.
Libará en mi cráneo su vino algún loco
maldiciendo luego con gesto iracundo.
Vivir o morir. Del Leteo al Ida.
¡¡Conceptos absurdos!! ¿No hay un intermedio?
¿O es que he de tener la Muerte o la Vida
muriendo y viviendo de asco y de tedio?
Sentir ... no pensar.Hasta que la obra
de la creación ante Dios sucumba.
Yo mientras creeré que mi espíritu sobra
del mundo, llorándote al pie de la tumba.
Y al pie de la tumba, junto al marmol frío,
llorando con versos lágrimas de artista,
dejaré la tierra y huiré al vacío
donde por lo menos el Hombre no exista.
Dejando solo... Poro tú no temas
que el asco te deje sin mi compañia.
Sembraré tu suelo con diez mil poemas
donde este grabada toda el alma mía.
5 comentarios:
Hola, soy Alicia. Me ha llamado la atención que le brindas tus versos a Ramiro D'Javer. Ese era el pseudónimo de mi abuelo.
Los versos no son míos, son de mi abuelo.
Mi abuelo se llamaba Maximiliano Martín Fernández y era de Granada. Se que tiene familia en Madrid.
Perdona que te moleste otra vez. Me gustaría poder charlar contigo. Si tu abuelo era de Granada, creo que era amigo del mio. Mi padre me comenta que uno de sus amigos tenía como pseudonimo Cayo.
Si, mi abuelo era de granada. Mi padre se acuerda también de que mi abuelo era amigo de tu padre. Si puedes escribeme a pmisson@gmail.com.
Mi padre y yo estaremos en cantados de charlar contigo.
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