de los piélagos de arena, el llano inerte,
han trotado como fieras alimañas
los Jinetes de la Muerte
execrados de los pliegues de las áridas montañas.
Como abortos del infierno han perseguido
la distancia horizontal y divisoria
de la tierra y de los cielos, y al aullido
colosal de sus gargantas, han sentido
relinchar a sus caballos las canciones de victoria.
Cual diabólico huracán temible y fuerte,
han pasado los Jinetes de la Muerte
por los vastos horizontes, y ante el brillo
singular de la gumía, las sedientas cimitarras,
se ha cegado todo el Rif...
...cunado el cuchillo
desmembraba los cadáveres en arras
y tributos por el mísero Llano Amarillo.
desmembraba los cadáveres en arras
y tributos por el mísero Llano Amarillo.
Satisfechos y saciados
de su ánimo violento,
como espectros dislocados
los corceles desbocados
han violado en un momento
los dominios de la luz, el sol y el viento;
y con gestos de crueldad terrible y loca,
al hambriento redoblar de los timbales
han frenado los jinetes fantasmales,
entonando, al estallar las maldiciones en su boca,
las estrofas de sus himnos inmortales.
Un segundo no ha bastado.
se contemplan, sonriéndole a su arrojo
con frución espeluznante, el rostro untado
con la muerte y con lo negro, con la sangre y con lo rojo.
Y al tronar con estridencia un nuevo grito,
los jinetes del averno se preparan
agarrados a las crines de sus potros; los espuelan,
y en la triste desnudez del infinito
llano inmenso, los feroces al ciclón violento paran,
y arrancándole de cuajo sus dos alas, corren ... vuelan...
Van dispuestos a salvar los arreboler
persuadidos de que es sangre el color rojo,
y con saña, con pasión odio y enojo
desangrar en los espacios a los soles...
Al crepúsculo maldicen, cruzan llanos, suben montes,
y en el último collado,
con el músculo cansado,
casi ciegos de furor miran los nuevos horizontes,
al ignoto más allá, hética suerte
reservada en el espacio dilatado
a los tétricos Jinetes de la Muerte.
Con soberbia y con violencia
se deshacen maldiciendo su impotencia,
muerden rabia en un instante
juramentan destrozar la tierra árida africana...
... cuando Al-láh, por el espacio emocionante.
constelando mil luceros en celeste caravana,
deja libre - plata azul - la rutilante
media luna musulmana.
Y el espíritu salvaje del rifeño
queda inmóvil, blando, inerte.
Con la brisa, el Paraíso del ensueño
llega en pos de los Jinetes de la Muerte.
de su ánimo violento,
como espectros dislocados
los corceles desbocados
han violado en un momento
los dominios de la luz, el sol y el viento;
y con gestos de crueldad terrible y loca,
al hambriento redoblar de los timbales
han frenado los jinetes fantasmales,
entonando, al estallar las maldiciones en su boca,
las estrofas de sus himnos inmortales.
Un segundo no ha bastado.
se contemplan, sonriéndole a su arrojo
con frución espeluznante, el rostro untado
con la muerte y con lo negro, con la sangre y con lo rojo.
Y al tronar con estridencia un nuevo grito,
los jinetes del averno se preparan
agarrados a las crines de sus potros; los espuelan,
y en la triste desnudez del infinito
llano inmenso, los feroces al ciclón violento paran,
y arrancándole de cuajo sus dos alas, corren ... vuelan...
Van dispuestos a salvar los arreboler
persuadidos de que es sangre el color rojo,
y con saña, con pasión odio y enojo
desangrar en los espacios a los soles...
Al crepúsculo maldicen, cruzan llanos, suben montes,
y en el último collado,
con el músculo cansado,
casi ciegos de furor miran los nuevos horizontes,
al ignoto más allá, hética suerte
reservada en el espacio dilatado
a los tétricos Jinetes de la Muerte.
Con soberbia y con violencia
se deshacen maldiciendo su impotencia,
muerden rabia en un instante
juramentan destrozar la tierra árida africana...
... cuando Al-láh, por el espacio emocionante.
constelando mil luceros en celeste caravana,
deja libre - plata azul - la rutilante
media luna musulmana.
Y el espíritu salvaje del rifeño
queda inmóvil, blando, inerte.
Con la brisa, el Paraíso del ensueño
llega en pos de los Jinetes de la Muerte.
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