lunes, octubre 23, 2006

Creación Salvaje

Esa bestia fantasmal de las montañas
enigmáticas y amorfas del desierto
vibra e mí;
llevo el soplo del espacio en las entrañas,
vago errante por el éter descubierto,
soy así.


Soy así,
como mi alma se presenta ante vosotros.
Y hay en mi
un contínuo galopar de aquellos potros
que acortaron las distancias verticales
en sus ansias de expansión y astronomía,
y, parándose un momento
en las pautas cenitales,
se embriagaron de armonía
y tornaron, relinchando por el viento
las canciones inmortales
del espíritu irreal del firmamento.


Yo nací de la montaña solitaria,
bajo un cielo siempre azul y siempre abierto.
Yo nací del tosco risco,
como un paria
del monótono desierto
abortado al arenisco.


Yo nací en la noche cruda
bajo el foco musical del firmameto,
y a mi alma la educó la nota aguda
que desprende el instrumento
del espríritu colérico del viento
azotado con furor mi piel desnuda.


Yo nací en la soledad, sin más amor,
más amistad ni más compaña
ni calor
que el de un chacal flaco y enteco
que habitaba un tosco hueco
de mi maternal montaña.


De un chacal meditabundo y taciturno,
cuyos ojos carniceros
semejaban dos luceros
rutilantes de mi piégalo nocturno.


Y con él me sonreí, vagando erraticos
por una suave majestad de la llanura.
Y con él busqué los potros poemáticos
que relinchan la celeste partitura ...


¡Sus fantasmas!... Como sombras infernales,
como espíritus melómanos, como estetas
del Silencio, como artistas inmortales,
como... ¡al fin, como poetas!


¡Es el alma de la noche!¡O es el estro
de los semidioses de la Creación,
las amorfas sombras que extiende el Maestro
por el subconsciente de la Sensación!


¡Chacal! ¡Hermano chacal! ¡Fraterno!
¡Espíritu lírico que murió con el Arte!
¡No persigas mi sombra por ninguna otra parte!
¡Volveremos a vernos en la Paz del Infierno
el día que el mundo sucumba hecho trizas,
el día postrero en que todos los muertos
rebusquen sus carnes entre las cenizas
que esparció la brisa por nuestros desiertos!

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