martes, octubre 17, 2006

El primer paso


Hace tiempo que partió del hogar de la inocencia y sin embargo sigue persiguiendo nubes, fantasmas y castillos en el aire. El amanecer, ese instante de paz antes de que suene la campana del puente. Ese instante en que las musas se hacen corpóreas y el pasado, presente y futuro se mezclan. No es ni hoy, ni ayer ni mañana.



Tan solo el sonido de la brisa marina rompe el silencio. Cuando termina una peregrinación, empieza la siguiente. Igual que en el día, no hay un momento de paz solo instantes.

¿Cual será el rumbo para el día del hoy?. A lo lejos, en las horas previas a la aurora había unas luces en la costa.

¿Qué le había llevado tan lejos?, que paso tras paso le habían llevado a donde no se puede caminar.

¿Qué buscaba sin cesar recorriendo las costas de medio mundo?

Quizás el primer rayo de sol tenga las respuestas, o quizás sea mejor no pensar en ellas. Quizás lo mejor sea y tan solo seguir adelante, adelante , adelante, sin poder avanzar.

Una imagen. Un martillo de hierro golpeando el rojo metal. Como el rojo de las nubes al amanecer. Lava incandescente. El no golpea el hierro, el no forja. Un hombre oscuro y misterioso lo hace. Aquel hombre conocía el camino, aquel hombre sabía que había más allá del valle. Sabía que había más allá de la ciudad. El hombre sabía, sabía transformar la piedra en metal.
El había decidido ir más lejos, quería saber... donde nacían las estrellas. Al oeste, decían todos.
Desde allí, no podía ver el lugar donde nacian, las montañas se lo impedia. Por lo que una noche del final del verano comenzó el camino. Hombre oscuro le miró antes de partir, y le entregó dos cosas, una espada(para que jamás tuviera que rendirse) y un extraño artilugio para mirar más allá. El le miró, y palabras salieron de la boca del hombre.

-Hijo, yo buscaba la libertad y la encontré construyendo cadenas. Tu buscas estrellas, camina, navega, vuela, pero serán las estrellas ellas las que te encuentren a ti.


El Sol ya ha matado los tonos rojos que teñían las velas de su navío. Era hora de hacer trabajar a esos holgazanes, ya era hoy y no había un segundo que perder.

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